Lisboa y su Magia
La capital de Portugal tiene arraigado un sentimiento de nostalgia. Quizás sea por el terremoto que la asoló en 1775, por las melodías del “fado” o por las palabras de Pessoa que todavía resuenan en las calles. Alfama, los tranvías y los pastelitos de Belem son algunos de sus emblemas. Dejanos mostrarte esta Ciudad tan particular y envolvente.
Contagiarse de la nostalgia del “fado”. En un bar tradicional, con luces tenues, un cantante interpreta tristes melodías con su voz y su guitarra portuguesa. Es la experiencia a la que invita el “fado”, un género popular del siglo XVIII. Pena, melancolía, nostalgia… todos esos sentimientos se condensan en forma de música en callecitas y bares de Lisboa.
Probar los pasteles de Belem. Se pueden ver en las vidrieras de muchos locales tradicionales: los pasteles de Belem son el dulce por excelencia de la capital portuguesa. Dicen que su receta tiene más de 200 años de antigüedad y que son muy pocos los cocineros que la conocen. Se trata de unos pastelitos de masa de hojaldre, rellenos con una crema tipo pastelera y cubiertos con azúcar y canela. Imperdibles.
Presenciar las vistas desde el ascensor Santa Justa. En el corazón de Lisboa se levanta una curiosa construcción: el ascensor Santa Justa. Construido en hierro por un discípulo de Gustave Eiffel (el célebre hombre detrás de monumentos como la torre parisina que lleva su apellido), sirve para conectar los puntos más altos y bajos de la ciudad, y ofrece hermosas panorámicas.